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El Siglo XVII: Un Mundo en Ebullición y el Auge de la Razón

La segunda mitad del siglo XVII fue una época de transformaciones profundas en Europa y en el mundo. Los efectos acumulados de la Reforma protestante, la Contrarreforma católica, las guerras de religión, el ascenso del absolutismo y los primeros pasos de la Revolución Científica crearon un escenario donde las ideas de orden, control y modernización comenzaron a imponerse en todos los ámbitos, incluido el urbanismo.

En el plano político, el absolutismo monárquico estaba en plena expansión. Luis XIV consolidaba su poder en Francia, estableciendo un modelo de gobierno centralizado que usaría la arquitectura y el urbanismo como instrumentos de autoridad. El proyecto de Versalles, por ejemplo, no solo fue una residencia real, sino una expresión física del poder absoluto del monarca. Este paradigma político también implicaba un creciente interés por la planificación urbana como reflejo del orden estatal.

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Imagen del proyecto de Versalles

En este clima de transición, la Revolución Científica comenzaba a transformar profundamente la manera en que se concebía el mundo. Figuras como René Descartes, Galileo Galilei e Isaac Newton proponían una visión racional, matemática y mecanicista del universo. En Inglaterra, la fundación de la Royal Society en 1660 marcó un punto de inflexión: el conocimiento empírico y la observación sistemática pasaban a ser herramientas legítimas de entendimiento y transformación de la realidad. Christopher Wren, justamente, era miembro activo de esta institución, y su propuesta urbana para Londres tras el incendio de 1666 puede entenderse dentro de este marco de pensamiento: una ciudad racional, legible, ordenada como un modelo científico.

En términos culturales, el arte y la arquitectura estaban dominados por el Barroco, un lenguaje visual que exaltaba el dramatismo, el movimiento y la teatralidad. Sin embargo, también coexistía con una .

Al mismo tiempo, Europa salía de un periodo marcado por las guerras religiosas, que habían dividido el continente desde principios del siglo XVI. La Reforma protestante, iniciada por Lutero en 1517, y la Contrarreforma católica, impulsada por el Concilio de Trento (1545–1563), dejaron como saldo un mapa político y cultural fragmentado, donde las ciudades empezaron a adquirir una nueva importancia como centros de identidad, comercio y autoridad civil.

corriente más sobria y racionalista, como el Clasicismo inglés, al que adherían figuras como Wren o Evelyn, influenciadas por el Renacimiento italiano y el urbanismo francés. Esta mezcla de tradición y novedad, de racionalidad geométrica y monumentalidad escénica, caracterizó muchas de las propuestas urbanas de la época.

En este panorama, el incendio de Londres en 1666 no fue solo una tragedia local, sino también una oportunidad de inscribir a la ciudad dentro de los discursos dominantes de su tiempo: el orden racional del Estado, el progreso científico, la higiene urbana y la representación del poder. Aunque la reconstrucción no logró cumplir del todo con estas expectativas, el intento mismo refleja la voluntad de transformar el caos en estructura, el pasado medieval en ciudad moderna.

Mapa de Europa siglo 17.

GRUPO 3 - Fernandez - Gonzalez Lobo - Marra - Sabella - Perea Muñoz 

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